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domingo, 25 de noviembre de 2018

Ecología: Relaciones entre Seres Vivos

Los seres vivos no solo se relacionan con el medio ambiente, también lo hacen con otros seres vivos de la misma o diferentes especies. Y del mismo modo que se adaptan al entorno, evolucionan y se transforman para optimizar las relaciones con otros organismos.
Existen dos grandes tipos de relaciones entre organismos: 
  • Relaciones intraespecíficas: se trata de las relaciones que se establecen entre organismos de la misma especie.
  • Relaciones interespecíficas: se trata de las relaciones que se establecen entre organismos de especies distintas.
Dentro de cada tipo de relación, existen diferentes subtipos genéricos, además de algunas relaciones especiales que no encajan exactamente en ninguno de los grupos anteriores.
Relaciones Intraespecíficas
Los organismos de la misma especie pueden relacionarse entre sí de formas muy diversas. Algunos seres vivos, tanto vegetales, como hongos o animales, son básicamente individualistas y solo se relacionan en épocas de reproducción.
La relación más básica entre organismos de la misma especie son las de competencia. Son especialmente importantes en animales individualistas. Debemos tener en cuenta que los organismos de la misma especie consumen los mismos recursos. Los más adaptados tendrán mayor facilidad para consumirlos y dejar a otros individuos sin ellos.
Una de las relaciones intraespecíficas más comunes son las familias. Son grupos de individuos de la misma especie que poseen relaciones de parentesco. En ocasiones, los grupos familiares se mantienen de forma prolongada o indefinida, como por ejemplo las familias de primates en las selvas, o los lobos en las montañas. En otros casos la relación familiar es temporal y solo se prolonga durante épocas determinadas, como el cuidado de las crías o la época de reproducción.

Algunos organismos inferiores forman organizaciones coloniales. En las colonias la mayor parte de los individuos han sido generados a partir de un solo progenitor y por reproducción asexual. Los corales son ejemplos de animales coloniales. En estos agrupamientos, los individuos no pueden subsistir de forma individual, solo formando parte de la colonia.
Existen organismos coloniales en los que todos los organismos son exactamente iguales y no poseen ningún tipo de especialización. En otros casos, los organismos están especializados y distintos tipos de individuos poseen funciones diferentes dentro de la colonia.
Si los seres que conforman el grupo conservan parte de su individualidad, siendo capaces de subsistir un tiempo en solitario, hablamos de sociedades. La diferencia entre las colonias u las sociedades es que en las colonias, el conjunto puede considerarse como un solo organismo y los individuos no tienen sentido como entes aislados.


Un tipo particular de sociedades son las relaciones estatales, en las que existe una organización jerárquica dentro de la colonia, con individuos dominantes, que suelen ser los encargados de la reproducción y organismos que actúan como obreros, defensores, etc. El ejemplo más típico son las colonias estatales de insectos, como abejas, avispas, hormigas y termitas.
Encontramos también asociaciones gregarias. En estos casos, los individuos viven juntos pero no de forma indefinida, sino temporal y para alguna razón concreta. Por ejemplo, para explotar un determinado recurso o para cumplir una función. Un ejemplo son los patos, o las golondrinas, que se comportan de forma individualista salvo cuando deben realizar grandes migraciones. Entonces se agrupan para viajar juntos.
Relaciones Interespecíficas
Las relaciones interespecíficas pueden resultar beneficiosas para ambas partes, solo para una parte o no beneficiar a ninguna de ellas.
Así, cuando dos especies luchan por un nicho ecológico se establece entre ellas una relación de competencia. Si bien la competencia es un motor evolutivo esencial, las relaciones de competencia no benefician a ninguna de las dos especies en liza de forma directa y solo habrá beneficio real cuando una de las dos especies desplace a la otra.
Pero no es cierto que todas las especies de la naturaleza luchen entre sí de forma despiadada. Existen relaciones interespecíficas en las que las dos especies resultan beneficiadas. Hablamos en esos casos de mutualismo. Es decir, dos especies muestran simbiosis cuando se establece entre ellas una relación que beneficia a ambos. Así, hay pájaros que viven de comer los restos de comida en la boca de los cocodrilos, obteniendo el ave comida y ayudando al reptil a mantener su salud dental. También hay aves especializadas en desparasitar elefantes o hipopótamos, con un intercambio claro de salud por alimento.
En ocasiones, la relación de mutualismo se vuelve tan estrecha que las dos especies requieren una de la otra para vivir, perdiéndose el individualismo. En estos casos hablamos de simbiosis. Los líquenes, por ejemplo, son supraorganismos compuestos por la unión de un alga con un hongo. Se trata de un caso extremo de simbiosis en las que las especies que forman el liquen están unidas tan íntimamente, que no pueden subsistir de forma independiente.
Algunas especies viven a costa de otras especies, sin causarles beneficio ni perjuicio de ningún tipo. Este tipo de relaciones se denominan comensalismo. Une ejemplo son las rémoras y los tiburones. Las rémoras viven adheridas a los tiburones, los usan como sistemas de transporte y se alimentan de los restos de comida que quedan cuando cazan a sus presas. El tiburón no sufre ningún tipo de perjuicio ni beneficio con el comportamiento de las rémoras, mientras que estas se ven beneficiadas de su vida alrededor de los escualos.
Un tipo especial de comensalismo es aquel en el que una especie usa a otra especie o alguna estructura formado por otra especie como espacio para vivir o protegerse. Se denomina inquilinismo y se da en especies de artrópodos, por ejemplo, que viven en galerías excavadas por roedores. En algunos tipos de inqulinismo una especie vive en restos de otra especie que ha muerto. El caso más conocido es el del cangrejo ermitaño, que vive en la concha de moluscos muertos (a los que el no ha causado la muerte). Este tipo de inqulinismo tiene un nombre particular, hablándose de tanatocresis.
Si la especie que vive a costa de otra especie lo hace causando algún tipo de daño o perjuicio, hablamos de una relación de parasitismo. Es decir, los parásitos viven a costa de otras especies a las que causan algún tipo de perjuicio, aunque este no suele conllevar la muerte de la especie parasitada.
Cuando una especie vive a costa de una segunda especie, causando su muerte al alimentarse de ella, se denomina depredación. El depredador caza o captura a otra especie, matándola para alimentarse de ella y denominándose esta segunda especie presa.
Las relaciones entre las especies están sometidos a cambios, regidos en muchos casos por procesos evolutivos.
En las relaciones depredador-presa, son muy frecuentes los cambios denominados genéricamente carreras armamentísticas. Así, si una presa evoluciona haciéndose más rápida, el aumento de velocidad hará que el depredador tienda a evolucionar para compensarlo, bien haciéndose más rápida también, bien adoptando nuevos sistemas de caza. De no evolucionar en este sentido, el depredador dejará de ser efectivo en la caza y tenderá a extinguirse.
Otro proceso frecuente es la transformación de comensalismos o parasitismos en simbiosis. Es decir, una especie vive a costa de otra, bien causándole algún perjuicio, bien sin causarle perjuicio ni beneficio. Si la evolución provoca que la especie que se aprovecha de la otra comience a aportarle algún tipo de beneficio, esto puede resultar favorable para ambas haciendo que la selección natural prime este tipo de relación. Muchos hongos que viven en las raíces de los árboles, aprovechándose de la materia orgánica del árbol, comenzaron como una relación de parasitismo o de comensalismo. En muchos casos, los hongos comenzaron a fabricar sustancias beneficiosas para la planta y esta relación se ve favorecida por la selección natural, ya que al promover el crecimiento del árbol, el hongo tiene más volumen de raíz sobre la que crecer.
En contra de lo que se piensa habitualmente, las relaciones de parasitismo tienden a hacerse más benévolas con el paso del tiempo. Es decir, evocativamente se ven favorecidos los parásitos que no causan daños graves sobre los organismos parasitados. Al fin y al cabo, si el parasitismo conlleva la muerte del animal parasitado, el parásito debe comenzar a buscar otro organismo sobre el que vivir.

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