Por una parte, debemos analizar el proceso de entrada y
salida de aire de los pulmones, es decir, la ventilación pulmonar. Y por otro,
el proceso de intercambio que tiene lugar en los alvéolos pulmonares.
Ventilación pulmonar.
Pulmones |
Es el proceso para llenar los alvéolos de aire proveniente
del exterior y posteriormente expulsarlo. Es un juego de presiones. El pulmón
tiene una cierta capacidad de distensión, puede aumentar su volumen, y de
elasticidad, recuperando su volumen inicial.
La entrada de aire se denomina inspiración. Se basa en la
expansión de los pulmones. Se basa en la contracción de los músculos
respiratorios, es decir, el diafragma y los músculos intercostales. El más
importante es el diafragma, que cambia su forma convexa, aplanándose. También
colaboran los músculos intercostales externos, que elevan las costillas. Con
todo ello conseguimos que aumente el volumen de los pulmones, empujado por la
expansión de la caja torácica (la pleura visceral y parietal están pegadas una
a la otra gracias a la elevada presión a la que se encuentra el líquido
pleural). Al aumentar el volumen de los pulmones, la presión en su interior
baja y el aire penetra.
La expulsión del aire se denomina espiración. La espiración
normal no requiere esfuerzo, no precisa contracción muscular alguna. Las fibras
elásticas del pulmón y el peso de la caja torácica hacen que este recupere su
volumen original. Al disminuir este volumen, la presión interior aumenta y el
aire es expulsado al exterior. Sin embargo, algunos músculos, como los
intercostales internos y los abdominales, pueden forzar el proceso de
espiración, provocando que los pulmones reduzcan su volumen más deprisa,
aumentando la presión a mayor velocidad y expulsándose el aire con mayor fuerza
y velocidad. Es lo que se denomina espiración forzada.
Ventilación pulmonar |
Volúmenes pulmonares.
Durante el proceso respiratorio normal, en los pulmones
entran alrededor de 500ml de aire, los mismos que lógicamente son expulsados en
la espiración. Es lo que se denomina volumen corriente (VC). De esos 500ml,
150ml permanecen en las vías externas, es decir, nariz y laringe, y vías
internas en las que no se intercambia gases, es decir, faringe, tráquea,
bronquios y parte de los bronquiolos, y en esta zona no se intercambian gases.
A esta zona se le denomina espacio muerto anatómico (EMA). El volumen
respiratorio por minuto, o volumen minuto respiratorio (VMR), se calcula
multiplicando el volumen de aire inspirado por el número de inspiraciones por
minuto. Dado que solemos inspirar alrededor de doce veces al minuto, el VMR
rondará los 6000ml/min.
Podemos hacer una inspiración más profunda e inhalar más de
esos 500ml, pudiendo alcanzar un máximo de entre 3000ml y 3500ml más de
inspiración o inhalación. Este volumen se denomina volumen de reserva
inspiratorio (VRI). Podemos aumentarlo aún más si, antes de inspirar, espiramos
todo el aire que podamos de los pulmones. Este aire de más espirado ronda los
1200ml y se denomina volumen de reserva espiratorio (VRE). Todavía después de
expulsar todo el aire que podamos de los pulmones, quedará en los pulmones un
cierto volumen de aire, que rondarán los 1200ml, que mantendrá inflados los
alvéolos y que se denomina volumen residual (VR).
A la suma del volumen corriente y del volumen de reserva
inspiratorio constituye la capacidad inspiratoria (CI). Si calculamos, veremos
que ronda los 3600ml. La suma del volumen residual más el volumen de reserva
respiratorio es la capacidad residual funcional (VRF), y rondará los 2400ml.
El volumen de reserva inspiratorio, más el volumen
corriente, más el volumen de reserva espiratorio constituye la capacidad vital
(CV) y rondará los 4800ml. La suma de todos los volúmenes es la capacidad
pulmonar total (CPT) y tendrá un valor de alrededor de 6000ml.
Volúmenes pulmonares |
Fisiología de la respiración pulmonar.
La fisiología respiratoria se basa en diferencias de
concentración. Y como hablamos de gases, de presiones parciales de O2 y CO2 de
los gases inspirados y sangre. Esto unido a la facilidad de difusión de ambos
gases a través de la membrana alveolar, que es muy fina, concretamente
alrededor de 10,5μm. Y supone una superficie amplia, alrededor de 70m2 sumando
la de todos los alvéolos.
El oxígeno atmosférico llega a los pulmones a una
concentración equivalente a unos 100 - 105mmHg, dependiendo de la altura sobre
el nivel del mar al que nos encontremos, mientras que en la sangre que llega a
los pulmones rondará los 40mmHg. Por lo tanto, las presiones tenderán a
igualarse pasando a la sangre oxígeno hasta llegar a esos 100 – 105 mmHg de
oxígeno.
El dióxido de carbono en la sangre está a unos 45mmHg. En el
aire inspirado esa concentración es de unos 40mmHg. Por lo que el intercambio
entre ambos es de unos 5mmHg.
Como ya indicamos, para que el oxígeno no tenga que ir
disuelto en la sangre se une a hemoglobina (por eso, además, posee mucha mayor
capacidad de intercambio). La hemoglobina será el encargado de transportarlo.
Fisiología de la respiración titular.
En los tejidos la situación es inversa. El líquido
extracelular es pobre en oxígeno, ya que ha sido consumido por las células.
Concretamente, rondará los 40mmHg. Por lo que una buena parte del oxígeno de la
sangre pasará a los tejidos, hasta que las presiones parciales se igualen, es
decir, la cantidad de oxígeno de la sangre bajará hasta esos 40mmHg.
En cambio el dióxido de carbono está mas concentrado en el
líquido extracelular, debido a la actividad metabólica de las células. Estará a
concentraciones próximas a los 45mmHg. Por lo que el dióxido de carbono pasará
del líquido extracelular a la sangre.
El dióxido de carbono viaja, en parte, unido a la
hemoglobina. Pero no es su principal medio de transporte, la hemoglobina
prefiere transportar al oxígeno. Concretamente solo el 23% del CO2 viaja unido
a la hemoglobina. Alrededor de un 7% viajará como gas disuelto. El 70% restante
viajará en forma de bicarbonato, gracias a la acción de la anhidrasa carbónica,
y siguiendo las siguientes reacciones de equilibrio:
Reacción de la anhidrasa carbónica |
Control de la respiración.
La respiración es un proceso que debe estar controlado de
forma muy ajustada y fina. En reposo, consumimos alrededor de 200ml de oxígeno
por minuto. Durante un ejercicio intenso, podemos llegar a multiplicar por 30
esa cantidad. Para ello el cuerpo debe aumentar el ritmo de la ventilación, la
profundidad de la inspiración y de la espiración.
El ritmo básico está controlado por el sistema nervioso, por
áreas situadas en el bulbo raquídeo y la protuberancia. El área rítmica bulbar
es una zona que controla el sistema básico de respiración, el ritmo en estado
de reposo. En el área neumotáxica se controla la coordinación entre la
inspiración y la espiración. Y en el área apneútica se controla el proceso de
toma de aire.
Otras zonas del cerebro tienen conexiones con estos centros
respiratorios y estimulan el aumento del ritmo respiratorio cuando resulta
necesario. Por ejemplo, cuando el pH de la sangre baja. Una bajada del pH de la
sangre supone que hay aumento de la cantidad de dióxido de carbono, que se
transformará en bicarbonato, reaccionando con el agua y liberándose H+. También
se activa el ritmo cuando baja la cantidad de oxígeno. Existen zonas del cuerpo
y del sistema nervioso central en la que encontramos receptores químicos que
miden las concentraciones de oxígeno y dióxido de carbono de la sangre.
El sistema hormonal también puede actuar sobre el centro
respiratorio, aumentado o rebajando el ritmo respiratorio, o variando el
calibre de los bronquiolos que comunican con los alvéolos pulmonares,
permitiendo o restringiendo el paso de aire a los mismos.