Piel. |
La dermis es la parte interna de la piel, que se encuentra
por debajo de la epidermis. Se trata de una zona de tejido conjuntivo laxo,
cuyo grosor medio es de entre uno y dos milímetros, existiendo zonas más delgadas
(como los párpados, donde su grosor es menor de 0,6 milímetros) y zonas más
gruesas (como las palmas de manos y plantas de pies, donde su grosor pueden
superar los 3 milímetros). La separación entre la dermis y la hipodermis no
forma una línea o barrera definida y neta (como ocurre con la epidermis), sino
que es una transición, un cambio progresivo.
Se une a la epidermis por medio de la membrana basal; esta
es una membrana fibro–protéica que une firmemente ambos tejidos, los comunica,
permite el aso de sustancias de uno a otro, tanto de la dermis a la epidermis
(nutrientes, por ejemplo) como de la epidermis a la dermis (sustancias de
desecho, mensajeros, etc.).
La unión entre la epidermis y la dermis no es lisa, sino que
tiene una serie de ondulaciones, entrantes y salientes, denominados papilas
dérmicas. Éstas, por un lado, aumentan la superficie de contacto entre ambos
tejidos (mejorando, por ejemplo, todo lo referente a sensibilidad o intercambio
de productos) y además evitan que la epidermis se desplace linealmente sobre la
dermis.
El tejido conjuntivo que forma la dermis es una auténtica
estructura fibrilar y esponjosa. Posee multitud de fibras para darle firmeza y
elasticidad a la piel, así como sustancias capaces de retener agua,
transformando la sustancia fundamental amorfa en una especie de gel, de líquido
acuoso denso que actúa como almohadillado.
Embriológicamente la dermis deriva del capa embrionaria
denominada mesodermo.
En la dermis podemos diferenciar dos grandes zonas (aunque
no están netamente separadas), una zona superior denominada dermis papilar y
una zona inferior denominada dermis reticular.
La dermis papilar es la zona dérmica en contacto con las
papilas dérmicas (de ahí su nombre). Es un tejido conjuntivo más laxo, con
haces de colágeno finos. Aparecen multitud de vasos sanguíneos que nutren la
epidermis por difusión. Las células dérmicas son más abundantes.
La dermis reticular es la parte inferior, de mayor tamaño y
se une o se difumina con la hipodermis. Se trata de un tejido conjuntivo más
denso, con redes de colágeno más gruesas y densas, colocadas principalmente de
forma paralela a la epidermis.
En algunas zonas del cuerpo, bajo la dermis reticular,
encontramos una capa muscular. En los humanos, esta capa muscular es
especialmente importante en la cara, donde se encuentran los músculos de la
mímica (permite movimientos superficiales de la piel).
Vamos a analizar los componentes de la dermis.
Sustancia fundamental amorfa.
Está cargada de sustancias con capacidad de retener agua. La
más habitual, proteínas unidas a mucopolisacáridos ácidos (cadenas especiales
de azúcares siendo los más importantes los glucosaminoglicanos), formando lo
que se denomina proteoglicanos (de los que ya hemos hablado). El resultado es
un gel acuoso, denso.
Fibras dérmicas.
Analicemos las fibras dérmicas más importantes:
- Colágeno: es la proteína fibrosa más importante de la dermis, pudiendo constituir hasta el 75 % de su peso seco. Ofrece a la piel resistencia frente a traumatismos físicos y limita el grado de tensión de la misma. Constituye el auténtico armazón, es el que le da a la dermis una auténtica consistencia sólida. El colágeno es fabricado por los fibroblastos. Realmente estos fabrican una estructura de menor tamaño, formada por el trenzado de unas fibras protéicas helicoidales llamado procolágeno, rico en los aminoácidos prolina, hidroxiprolina glicina; el procolágeno es fabricado en el retículo endoplásmico rugoso y enviado al exterior por el aparato de Golgi. En el exterior de la célula se modifica, formando el tropocolágeno, que se polimeriza (se unen muchas fibras de tropocolágeno unas con otras), formando el colágeno. El colágeno así formado es una proteína fibrilar de gran tamaño, visibles al microscopio óptico.
- Elastina: se trata de una proteína fibrilar de propiedades elásticas (como su nombre indica). Suelen ser de menor tamaño que las fibras de colágeno y se acumulan principalmente en zonas de la dermis reticular. Son capaces de estirarse y recuperar su posición inicial. Facilitan que, tras un estiramiento, la piel recupere su posición normal. Su deterioro (con el paso de los años) provoca la aparición de elastosis. Son fabricados por los fibroblastos, de modo similar al del colágeno.
- Fibras Reticulares (Reticulina): son parte fundamental de las fibras de la membrana basal. Son fibras de menor diámetro que las colágenas, forman una red muy fina. Pueden encontrarse también en la dermis papilar, mezcladas o unidas, o prolongadas con los elementos que constituyen la membrana basal. No obstante, son escasas (normalmente menos del 1 % del total de fibras). Se incrementa su número durante procesos inflamatorios. Está formado por la unión de fibras finas de colágeno con una glucoproteína llamada fibronectina.
Células de la dermis.
Analicemos los tipos celulares más importantes de la dermis:
- Fibroblastos: constituyen el tipo celular más característico del tejido conjuntivo y por lo tanto de la dermis. Se les considera células fijas (no se mueven). Aparecen con más frecuencia en la dermis papilar. Poseen forma estrellada, con largas prolongaciones. Su función es fabricar y mantener en buen estado las fibras de la dermis y la sustancia fundamental amorfa. Resultan especialmente activos tras lesiones en la dermis o durante los procesos de cicatrización.
- Macrófagos: células de mayor tamaño que los fibroblastos, de morfología esférica y núcleo arriñonado, que participan en la defensa del organismo. Su función es fagocitar las sustancias u organismos extraños que encuentren, microorganismos invasores desconocidos, etc. para dar aviso a las células fabricantes de anticuerpos.
- Células Plasmáticas: células de pequeño tamaño, con un gran núcleo redondeado y abundante retículo endoplásmico rugoso. Derivan de los linfocitos y su función es fabricar anticuerpos.
- Células Cebadas: células defensivas que responden a la presencia de anticuerpos con la secreción de sustancias inflamatorias o compuestos químicos que activan la respuesta inmunológica ante invasiones.
- Adipocitos: aunque son más característicos de la hipodermis, pueden aparecer en estratos inferiores de la dermis o en la interfase dermo – hipodérmica.
Corte transversal de piel. |
En la imagen, en la que vemos un corte transversal de piel al microscopio electrónico, podemos apreciar la epidermis, en la zona superior y la dermis en la inferior. El color azul claro o azul celeste corresponde al colágeno. Se trata, como vemos, de una proteína muy abundante. En color azul oscuro vemos los núcleos de diferentes células dérmicas, difíciles de interpretar a estos aumentos. La mayor parte corresponderá a fibroblastos. Es notorio el hecho de que en la zona superior de la dermis, la dermis papilar, la carga celular es mucho mayor (aparecen muchos más núcleos) y en la parte inferior, en cambio, los grandes haces de colágeno son mucho más aparentes.
Anatomía de la hipodermis.
Es la continuación en profundidad de la dermis y está
constituida por un tejido conjuntivo laxo. Sus fibras son, en general, más
finas que en la dermis, aunque existen algunas zonas en las que se ancla
firmemente por medio de estas a los tejidos subyacentes, por ejemplo en palmas
de manos. Las fibras se continúan con las de la dermis y como ya indicamos no
existen cambios bruscos entre ambos tejidos, sino más bien una transición.
En la mayor parte de las zonas de la piel, la hipodermis
acumula células de reserva de grasa (almacén de energía), los adipocitos
(existen excepciones, por ejemplo la hipodermis de los párpados no los
presenta). Estos adipocitos se disponen inmersos en una red de fibras; su
función es acumular energía y constituir una barrera de protección,
fundamentalmente protección térmica (esta es una de las razones por las que la
hipodermis es un tejido muy vascularizado: los vasos sanguíneos de estas zonas
pierden poco calor).
La acumulación de adipocitos es variable, en función de la
zona de piel de las características personales, apareciendo a nivel general un
claro dimorfismo sexual: los hombres acumulan más adiposidad en el abdomen, las
por encima del ombligo (patrón androide), mientras que las mujeres la acumulan
por debajo del ombligo, en pelvis, nalgas y muslos (patrón ginecoide).
Se especula sobre la posibilidad de que los adipocitos solo
progresen en número hasta etapas muy tempranas de la vida (antes de la
pubertad); a partir de este momento, todos los aumentos de volumen corporal
asociados a aumento de la grasa, se basarían en un aumento de tamaño de los
adipocitos existentes (y la disminución de volumen, con una disminución de
tamaño), sin que el número global de estos se altere en mayor medida.
El tejido fibroso separa a los adipocitos en grupos llamados
lóbulos; y separa también a los lóbulos en grupos más pequeños denominados lobanillos.
La grasa no solo sirve como reserva de energía; ya hablamos
de su papel como protección térmica, a la que hay que añadir una cierta
protección mecánica y un moldeador importante de la figura y fisonomía del individuo.
Esquema de la piel. |
1 comentario:
hola.. la dermis es compuesta por tej conjuntivo denso!!
saludoss
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