Suelo sobre roca madre (de Camino a Gaia) |
Existen una serie de factores que hacen que se forme uno u
otro tipo de suelos. El factor más importante es el clima. Otros son la
mineralogía de la roca madre, el tipo de vegetación y la intensidad de la
cubierta, así como la topología del terreno y el tiempo.
En una primera clasificación, que responde al hecho de que
el suelo tenga los horizontes mejor o peor desarrollados, distinguimos tres
tipos de suelos: zonales, azonales e interzonales.
Los suelos zonales tienen bien desarrollados los tres
horizontes y dependen fundamentalmente del clima.
Los suelos azonales dependen del tipo de roca madre. Dos
ejemplos son los redzines y los rankers. Los redzines se forman sobre rocas
carbonatadas y los rankers sobre rocas silíceas. Ambos son suelos pobremente
desarrollados, con poco humus y cubierta vegetal y, bajo ella, arenas y
fragmentos de la roca madre. Así, si la roca madre era calcita se formarán
redzines y si es, por ejemplo, cuarcita, se formarán rankers.
En los suelos interzonales uno de los factores de formación
predomina de forma absoluta sobre los demás. De este tipo de suelos son las
turberas, en los que encontramos una acumulación enorme de materia orgánica y
son casi independientes del clima (de hecho, los suelos más dependientes del
clima son los zonales). Las turberas pueden formarse en todos los climas, la
única condición es que haya una acumulación de materia orgánica en aguas
estancadas, sin oxigenación (aunque, lógicamente, en algunos climas como los
desérticos no se formarán debido a la necesidad de agua).
Un factor importante para la formación de suelo es la
mineralogía de la roca madre. Los minerales que tenga el suelo derivan bien
directamente de la roca madre, o de transformaciones de las mismas. Podemos
encontrar suelos en los que no hay apenas alteración, como los derivados del
cuarzo (ya que este mineral generalmente no se altera). Existen otros con baja
alteración, como los derivados de las arcillas y los óxidos de hierro.
Muchos elementos de la roca madre son lavados, por las aguas
de la lluvia por ejemplo. Como ocurre, por ejemplo, con el sodio, el potasio,
el magnesio o el calcio. El hierro y el aluminio son más difícilmente lavados y
tienden a formar óxidos que llegan a constituir cortezas, zonas endurecidas.
Un segundo factor es la actividad biológica. En el inicio de
la formación del suelo, son importantes algunas especies vegetales,
especialmente los líquenes que extraen de la roca nutrientes, minerales y
forman una película muy delgada de materia orgánica que permite el asentamiento
de otras especies.
Hay cubiertas vegetales, como la hierba, que producen una
perforación tan generalizada que dejan el suelo como un colador y ayudan a que
se acumule materia orgánica, originando horizontes A muy espesos.
La vegetación es muy importen para fijar y asentar los
suelos, así como para impedir la denudación o erosión de los mismos.
La topografía es el tercer factor. Sobre una misma roca
madre y bajo las mismas condiciones se formará más rápido el suelo sobre
terrenos llanos que sobre terrenos inclinados. Además, las laderas orientadas
al sur en el hemisferio norte tienen más dificultades, pues la evaporación es
más intensa y no hay agua suficiente para desarrollar la meteorización química.
En relieves fuertes las aguas tienden a arrollar y no
inflitrarse (meteorización química). Aquí la vegetación también es importante,
pues favorece que el agua penetre en el suelo y no deslice.
El cuarto factor es el tiempo. A igualdad de condiciones, con
el paso del tiempo aumenta el desarrollo del suelo. Como indicamos, el
horizonte A es el primero en formarse. En cambio el horizonte B tiene un
desarrollo lentísimo. El horizonte A necesita de entre cien y doscientos años
para su desarrollo en condiciones húmedas. Esta cifra puede llegar a miles de
años en ambientes áridos o árticos.
El horizonte B, para estar crecido en coidaciones de hierro
necesita varios miles de años. Podemos decir que, en condiciones favorables, se
puede hablar de formación de horizonte B a partir de diez mil años. El
horizonte K, enriquecido en calcio, necesita para esa acumulación de calcio
alrededor de medio millón de años. Las laterísticas, en selvas tropicales muy
espesas, requieren tiempo que rondan el millón de años o más. Por eso, cuando
se pierde suelo, podemos decir que a escala humana se pierde para siempre.
Suelo tropical (por Cayambe) |
El clima es el factor determinante. Condiciona la presencia
o ausencia de agua y ésta es esencial para las reacciones de meteorización
química. El clima determina la temperatura y para que se produzcan las
reacciones químicas oportunas, necesitamos temperaturas determinadas. La
presencia de agua favorece el lavado de la meteorización química, no se acumula
en el horizonte B.
En climas secos el calcio no es lavado y tiende a acumularse
en el horizonte B. Según el tipo de clima hay varios tipos de suelos zonales.
En una primera clasificación, los dividimos en dos grandes grupos, los pedalfers
y los pedocals.
Los pedolfers son suelos con aluminio y hierro. Los pedocals
son suelos con calcio. Los pedalfer son suelos zonales con aluminio y hierro
que no tienen calcio. Los pedocals tienen cantidades importantes de calcio.
Los pedalfer se forman en climas húmedos, bien templado
húmedos, fríos o calientes, con precipitaciones superiores a 50-60cm/año. El
calcio es lavado y se desarrolla un horizonte B rico en arcillas y óxidos de
aluminio. En estos suelos los tres horizontes están bastante bien definidos y
son fáciles del diferenciar.
Los pedocals se oponen a este otro tipo de suelos. Son ricos
en calcio y propios de climas semiáridos, donde llueve algo, pero poco, con
cantidades inferiores a los 50-60cm/año. No se llega a formar ácido carbónico,
esencial para disolver el carbonato cálcico. El horizonte A es muy delgado. El
horizonte B además de rico en calcio, es rico en la arcilla llamada
montmorillonita. Este horizonte es de color blanquecino y cuando es muy rico en
calcio recibe el nombre de horizonte BK o K (como ya indicamos anteriormente).
En casos extremos y suelos muy antiguos, pueden formarse costras de calcio muy
duras llamadas caliclas, que ocasiona que el suelo se torne muy improductivo.
Los pedalfer pueden ser de muchas clases (al contrarios que
los decocals, que son un tipo muy específico de suelo). Así, encontramos podzol,
suelos pardos, chernozem y lateritas.
La palabra podzol viene del ruso y quiere decir ceniza. Y es
que son suelos de color gris oscuro. Se forman en climas subárticos, en el
límite norte de los bosques. Es el suelo típico de la taiga siberiana, cubierta
por coníferas y brezos que hace que las aguas de lluvia tengan un pH muy bajo.
Además, la lluvia es continua y el lavado muy intenso, muy
importante. El horizonte A es sometido a un lavad tan intenso que queda
empobrecido en hierro e incluso en materia orgánica, tomando un color
blnaquecino y uede llegar a tener un horizonte blanco entre el A y el B, que se
denomina horizonte E. Todo este material orgánico y hierro se acumula en el
horzonte B, dando lugar a un suelo donde el horizonte A es menos rico que el
horizonte B, lo que conlleva que sean suelos empobrecidos.
Los suelos pardos son propios de zonas más templadas. Son el
tipo de suelo del clima atlántico. Hay algunas estaciones secas y entonces el
lavado no es tan importante. Durante el periodo seco, la humedad acumulada
asciende por capliaridad, con lo que la humedad es constante.
El suelo es típico de árboles de hoja caduca, con lo que se
acumla materia orgánica al caer las hojas. La capa de humus, por lo tanto, es
importante. El horizonte A es oscuro y el horizonte B es rico en arcillas y
óxidos de hierro. También se pueden formar suelos pardos en climas
mediterráneos, pero en éstos el horizonte A es más delgado, ya que se encuentra
menos desarrollado (el bosque típico es de pinares, que poseen hoja peregne).
Los chernozem son suelos de grandes praderas, como la pampa
argentina. Tiene un horizonte A rico en arcilla y materia orgánica muy potente.
Se debe a que la hierba, al perforar el suelo, ocasiona muchos conductos. Se
acumula mucha materia orgánica. Son suelos propios de zonas templadas y
húmedas.
Las lateritas son rojizas, parecidas a los ladrillos (de
hecho, lotes es ladrillo en latín). Se forman bajo climas tropicales con
temperaturas muy altas y precipitaciones muy intensas. Son los suelos de la
selva tropical, en las grandes extensiones de selva tropical.
En esas condiciones se descomponen y lavan muchos
compuestos, no solo los de calcio, magnesio, potasio y sodio, también la
sílice. El pH de las aguas circulantes suele ser básico y esto ayuda a que la
sílice se disuelva. Los suelos se enriquecen con los compuestos más insolubles,
óxidos de hierro y de alumino (óxidos e hidróxidos).
Cuando la roca madre es un basalto, generalmetne e forman
lateritas ricas en hierro, en las que hay costras duras muy diversas. Si es un
granito, se forma un tipo especial de laterita, las bauxitas, que es la única
mena de aluminio de la que disponemos.
Todos estos suelos tienen mucha vegetación y por el
contrario son suelos muy pobres, cuando se exponen al aire se forman costras.
La vegetación crece a expensas de la capa de humus formada por otros vegetales
muertos, hay un reciclaje. Cuando se talan los bosques, el suelo se endurece y
donde hubo una selva, puede pasar a haber un desierto en muy poco tiempo.
Los suelos lateríticos son fácilmente arrastrables por las
lluvias torrenciales. En España hay yacimientos de bauxintas, que aluden a
cambios climáticos que tuvieron lugar hace años.
Las gelisolas o pergelisol son suelos de la tundra, de zonas
árticas o subárticas. Están formados por una mezcla caótica de materia
orgánica, vegetación de la tundra y trozos de la roca madre que ha sufrido
meteorización física. La meteorización química, a esta temperatura, actúa poco.
La parte profunda del suelo está helada todo el año. Se
denomina permafrost. La superficie deshiela a veces en el verano, es una zona
blanda de difícil progreso por ello. Se denomina molisol.
Atendiendo a la resistencia del suelo, se habla de suelos
cohesivos y no cohesivos. Los cohesivos tienen arcillas, los no cohesivos
tienen gravas y arenas sueltas.
Normalmente el suelo silícico da lugar a vegetación oscura.
Sobre las calizas, vegetaciones de colores más claras.
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