Las glándulas sebáceas son las encargadas de fabricar la
grasa que recubre la piel y la protege, evitando, entre otras cosas, la
deshidratación de la misma. Se trata de glándulas de morfología acinar, es
decir, que forman acinos: sacos o agrupaciones glandulares que desembocan a un
conducto común.
Esquema del folículo pilosebáceo. |
Se abren siempre a un folículo piloso
(por eso se habla de folículo pilosebáceo), excepto en las zonas de la piel
donde no hay pelos; en estas zonas, se abrirán directamente a la piel. En las
palmas de las manos y plantas de pies no hay glándulas sebáceas.
Las glándulas miden entre 0,2 y 2 milímetros, aproximadamente.
No están distribuidas de forma homogénea, existen zonas, como la torácica, donde son más
abundantes (alrededor de cien glándulas por centímetro cuadrado) y zonas, como el dorso de las manos, donde son más escasas (entre
diez y veinte glándulas por centímetro cuadrado).
Al verlas al microscopio observamos que se distribuyen
formando acinos ovalados. Cada acino está recubierto por una membrana fibrosa y
una membrana basal. La periferia del acino está constituido por las células
basales de la glándula, conocidas como sebocitos basales; estos carecen de
gotas de secreción y su función es dar lugar, mediante mitosis constantes y
sucesivas, a los sebocitos del interior de la glándula. Los sebocitos, conforme
van pasando a zonas más interiores de la glándula, se van cargando de gotas
sebáceas y perdiendo progresivamente el resto de orgánulos. En las partes
centrales, acabarán destruyendo el núcleo y muriendo, constituyendo estas células
muertas y cargadas de gotas sebáceas la secreción sebácea en si misma; por lo
tanto se trata de una glándula holocrina. Esta secreción es conducida por el
canal sebáceo del folículo piloso y de ahí al exterior; por lo tanto se trata
de una glándula exocrina.
Glándula sebácea |
Las glándulas sebáceas están fuertemente vascularizadas,
mediante una red de capilares que las rodean, pero carecen de innervación. La
regulación de la secreción es llevada a cabo, como veremos posteriormente, por el sistema hormonal (y sobre todo, por parte de las hormonas
sexuales).
Son las encargadas de fabricar la grasa que
recubre la piel y que, junto con parte de los componentes de la secreción
sudoral y componentes procedentes de las células muertas de la epidermis,
formará un compuesto emulsionado, con una parte grasa y una parte acuosa,
denominado emulsión epicutánea.
Esquema de un acino sebáceo. |
La composición exacta de la secreción sebácea es difícil de
establecer, ya que es expulsada al exterior mezclada con los demás componentes,
pero, aproximadamente, se sabe que sus componentes más abundantes son los
triglicéridos y los ácidos grasos (entre el 57% y el 58%). También hay
cantidades importantes de ésteres céreos (26%). Además, encontramos cantidades
elevadas de un lípido denominado escualeno (12%). En menor cantidad, colesterol
(entre un 1% y un 2%) y ésteres de coleserol (3%).
La producción de la glándula está controlada por varios
factores. En algunas regiones, como la cara, el pecho o el cuero cabelludo se segrega mayor cantidad de grasa debido, sobre todo, a que hay un mayor número
de glándulas. Los hombres segregan mayor cantidad de grasa que las mujeres. Y
en cuanto a la edad, durante la pubertad es la etapa de la vida en la que mayor
cantidad se segrega, resultando esta secreción baja durante la infancia y
descendiendo progresivamente tras la adolescencia, siendo la caída más acusada
a partir de los sesenta años, aproximadamente (senectud).
El control de la producción es, básicamente, hormonal (sin
que haya podido demostrarse ningún sistema de control estrictamente nervioso,
ya que parece que la glándula carece de inervación).
Las principales hormonas controladoras de la secreción
sebácea son las hormonas sexuales. Los andrógenos, es decir, las hormonas
sexuales masculinas, son las estimuladoras más potentes, aumentando tanto el
tamaño de la glándula como su capacidad de secreción.
El principal andrógeno es la testosterona, pero se trata de
una hormona con muy poca actividad. En la glándula se transforma en DHT (dihidrotestosterona) por la
acción del enzima 5α-reductasa. El DHT es el principal activador, la hormona
realmente activa.
Los estrógenos, en grandes cantidades, frenan la secreción y
reducen el tamaño de la glándula.
El exceso de andrógenos, habitual por ejemplo durante la
adolescencia, con el cambio hormonal, estimula la hipersecreción glandular.
Este hecho es especialmente destacado en mujeres, ya que estas tienen poca
cantidad de andrógenos en sangre y si por algún motivo estos aumentan (ocurre,
por ejemplo, en tumores ováricos o alteraciones de la secreción suprarrenal)
aumentará también la secreción sebácea; en estos casos, suele también venir
acompañado de otros signos de virilización, como alopecia, hirsutismo y acné
muy intenso.
La función principal del manto hidrolipídico y por o tanto
del sebo es formar sobre la piel una barrera que impida la evaporación excesiva
de agua. Además, lubrica la piel. Regula la absorción percutánea de sustancias
(sobre todo de sustancias hidrosolubles). Actúa como fungiestático y
bacteriostático. También forma parte de la emulsión epicutánea, que protege a
la piel de la deshidratación superficial causada por agentes externos como el
sol, calor etc. Y se supone que lleva disueltas feromonas (con su posible
efecto a nivel biosocial, por decirlo de algún modo).
La cantidad de grasa segregada y sus características son
unos de los factores que condicionan las diferentes tipologías cutáneas.
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